lunes, 12 de abril de 2010

King George Reinó en Europa

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Liberia es un país con una historia tan romántica como turbia. Formado por esclavos libertos de los Estados Unidos que regresaron a la Madre África para por fin vivir en paz en una sociedad de igualdad y justicia para todos. Nada más lejos de la realidad, ese desarraigo y la poca adaptación de los colonos americanos a la vida africana, han hecho del liberianos un pueblo traumatizado.

En 1966 nació en Monrovia, la capital del país, un chico que dos décadas más tarde llevaría el nombre de su país al penúltimo piso de ese rascacielos que es el fútbol. Su nombre George Weah.

Un Negrón, solo así se puede describir a este gigante de ébano que a lo largo de su carrera vacunó a cuanto equipo se le paraba en frente: Alto, fornido y ágil, muy ágil. Desde sus inicios en el Bongrange Company de Monrovia por allá por el 84, Weah tuvo sobre si esa aura que hace que los grandes brillen.

Luego de recorrer varios equipos de su ciudad natal, fue a Camerún a ganarse la vida jugando en el Tonnerre Yaundé con el que marcaría la nada despreciable cifra de 15 goles en 18 partidos.

El seleccionador de Los Leones Indomables se lo recomendaría a un tal Arsen Wenger quien, según palabras del propio jugador "le enseñó todo lo que sabe". Así daría el salto a Europa y el 1988 fichaba con el Mónaco, flamante campeón galo.

El engramado del Estade Louis II (construido sobre tierras ganadas al mar) le vio crecer, florecer y dar frutos durante cuatro años, hasta que la lógica del Fútbol/Negocio se impuso y nuestro héroe fue a dar al más grande equipo francés, por aquellos tiempos el Paris Saint Germain.
Tres temporadas, 31 goles y millones de aplausos más tarde, el africano cruzaría la frontera para trasladarse a Italia. Allí le esperaba el AC Milan, equipo que había perdido a una de sus principales figuras: Marco Van Basten, a quien las reiteradas lesiones le habían convencido de colgar los guayos.

Su palmarés le precedía: Venia de ganar la Liga y la Copa francesas con el PSG (además de una Copa con el ASM) y de brillar en Europa eliminando al Barcelona en cuartos de la UCL. Además tenía ese no se qué que los fríos números no saben reflejar. Un ídolo estaba por nacer...

De la mano de Capello, Weah alcanzaría el zenit de su carrera. Regularidad, técnica y efectividad, eran su carta de presentación. No era fácil para reemplazar a San Marco (Van Basten) y sin embargo a fuerza de goles el niche lo logró. Basta con ver el golazo que le marcara al Verona, para saber por qué fue premiado como el mejor jugador africano tres años (89, 94 y 95) y por que ganó un Balón de Oro de Europa (95) , siendo hasta ahora el único jugador del Continente Negro en obtener ese galardón. Y el FIFA World Player aquel glorioso año.

La calidad de Weah está por encima de ídolos como los impresionantes Samuel Eto´o, Didier Drogba o Michael Essien. Además de eso, es un jugador al que la gloria y el dinero no le hicieron olvidar su natal Liberia y financió, de su propio bolsillo, no sólo una cantidad de equipos y escuelas de fútbol, sino que también se ocup de la manutención de la selección nacional de aquel país, que se quedó fuera de Japón-Corea por un puntico. Que injusto es el fútbol a veces...

Pero así como llegó a Milanello en reemplazo de un grande, otro grande llego a reemplazarle Sheva sustituiría al liberiano. Y así se marchó a otro equipo, a otro país , su destino, el Chelsea ingles, de allí regresó a Francia a jugar con el Olimpique Marseille. L en esta segunda etapa Europea hubo poco: 9 goles en tres temporadas, ya estaba entrado en años. Luego el boom del fútbol árabe, más atractivo por sus salarios que por otra cosa, le dió una nueva oportunidad, de esta forma terminaría su carrera en el Al- Jezira de los Emiratos Árabes Unidos.

Su huella se ha ido borrando, en parte por la dinámica del fútbol moderno, ávido de una nueva estrella cada media temporada, o tal vez por jamás haber pisado un gramado de Mundial, sin embargo el "King George" sigue siendo el liberiano más universal. Por cierto que una breve incursión en la política lo llevó a ser candidato presidencial de aquel país.

Hoy vive en Estados Unidos, afirma que estudia administración de empresas y disfruta de todo aquello que durante una carrera de más de veinte años cosechó. Lástima que jamás lo vimos brillar en una Copa del Mundo.






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